LA SUPERVISIÓN DESPUÉS DEL COVID

Por Arelí Santillán

supervisionHagamos un recuento de la breve historia que ha atravesado la escuela mexicana en este contexto: hace dos años, la alarma de una nueva enfermedad mortal y contagiosa trajo consigo un cierre abrupto de las escuelas. ¿Qué pudo hacer la supervisión al respecto? En este caos que generó la incertidumbre y la desinformación, pudimos ver zonas escolares muy organizadas, que pronto levantaron un “censo” actualizado de los celulares de padres de familia y alumnos, así como de sus medios de tecnología e Internet para continuar en comunicación, en lo que se reestablecía el servicio educativo.

Pero otras más, sólo fueron reactivas, esperaron órdenes, no siguieron el curso de la información mundial, nacional y local respecto al COVID. Así que, cuando la suspensión de labores se mostró de forma indefinida, muchas zonas escolares habían perdido la comunicación con los profesores, tutores de familias y estudiantes.

La escuela empezó a operar a la distancia de forma híbrida, es decir, con los medios que las propias familias y comunidades lograron agrupar alrededor de las tareas didácticas. ¿Qué pasó entonces con las supervisiones? Las que previnieron una situación extraordinaria usaron sus recursos, entre ellos las videoconferencias para operar la escuela sin aulas. Usaron los grupos de WhatsApp, Facebook, Telegram, entre otros, para mantener coherencia en las acciones, continuar con reuniones, monitorear a los profesores en relación a su planeación didáctica, agrupar a los directores, y por supuesto, revisar de forma constante el récord de maestros, padres de familia y alumnos contagiados con el virus, e incluso los decesos.

Las supervisiones que no tenían información fidedigna de su comunidad, tuvieron que acopiar los esfuerzos para reestablecer la comunicación, generar un rumbo (sino pedagógico, al menos indicativo), y apuntalar a los grupos escolares que quedaron descubiertos debido a los maestros enfermos o que desafortunadamente perdieron la vida.

Lo cierto es que, con previsión o sin ella, podemos advertir que la supervisión jugó un rol central que debe seguir operando: ser la que da cohesión a las acciones, y no perder de vista los propósitos educativos. Sin aulas, con algo de tecnología, y muy poca preparación para asumir el reto de educar a la distancia, la supervisión no se desdibujó, sino por el contrario, en los casos en donde se cobró conciencia, arremetió contra las actividades didácticas donde se podría advertir un retroceso educativo, procuró definir un rumbo para el uso de dispositivos de tecnología donde existían, generó medios y formas de comunicación con las familias, y acercó a los profesores a procesos emergentes de organización y capacitación para enfrentar las formas híbridas de trabajo.

Cabe señalar, que más allá de la previsión o no, se pudo observar que las supervisiones que tenían claridad sobre una gestión centrada en el logro de los propósitos educativos, permanecieron en ello, mientras que las que no habían abrazado esta línea de trabajo, continuaron tal vez dispersas. Pero que, en ambos casos, muchas zonas escolares se vieron rebasadas por las situaciones humanas que generó la pandemia: inestabilidad económica, crisis familiares, situaciones emocionales diversas y duelo, entre otras.niñoscubrebocas

En este último punto, se empezó a hablar de la pedagogía de la pandemia. En este aspecto, queremos señalar algunos nuevos enfoques que nos ha traído esta experiencia en el ámbito de la supervisión, y sobre lo que habrá que seguir reflexionando y trabajando:

  1. La supervisión debe rescatar y dar nueva identidad al trabajo que se dio en el modelo híbrido: uso de recursos a distancia sin Internet como impresos, radio, uso de la TV; uso del Internet y sus abundantes recursos, tanto en forma sincrónica y asincrónica; modelos de planeación didáctica y estrategias pensadas desde y para la WEB (WebQuest, aula invertida, gamificación).
  2. La supervisión no puede descuidar el bienestar de los integrantes de la comunidad educativa. Justo antes de iniciar la pandemia, se lanzó una ley sobre el cuidado del bienestar emocional que debían tener las empresas, acompañado de reglas de operación, que incluyen tener planes de bienestar (wellness) y asegurar un ambiente de trabajo saludable. El que las empresas no cuenten con dichos programas, les implica castigos fiscales. Es de llamar la atención, que las escuelas no estuvieron incluidas en dichas leyes, dado que, igual que otras organizaciones, existen relaciones laborales y por tanto, el bienestar emocional de sus integrantes debe ser cuidado. En particular la pandemia, generó muchas situaciones de crisis en los hogares de los profesores, quienes tuvieron que usar sus casas como estaciones permanentes de trabajo. Sin duda, existe un gran camino formativo respecto a esta temática, y uno de operación y construcción en la escuela, donde la supervisión debe asumir todo un reto de liderazgo y desarrollo.
  1. La recuperación, ha sido otro tema que ha impactado el rol de la supervisión. Nos referimos a las secuelas sociales y educativas que ha dejado la pandemia. De por sí, se luchaba contra un rezago generalizado, pero hoy, hemos de reconocer las zancadas hacia atrás sufridas, pues estamos hablando incluso de temas como cobertura, permanencia e infraestructura, que, si bien no habían sido superados, si habían presentado avances significativos. El reloj ha retrocedido, y no se tienen recursos económicos específicos para enfrentar esta labor, pero si muchos recursos de aprendizaje y organizativos, que pueden ser incluso más cruciales y sustantivos que los económicos, para enfrentar el panorama que dejó la pandemia.

¿Y tú? ¿Qué otras tareas, enfoques o temas adviertes para la supervisión en tiempos de post pandemia?

Author: Innovación y Asesoría Educativa AC

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