LA LECTURA Y ESCRITURA DIGITAL: ¿QUÉ EFECTOS TIENE EN EL APRENDIZAJE?

2014-10-20-8427QFC5660En tiempos de COVID, y aún antes de ellos, la lectura en dispositivos digitales es cada vez más frecuente y necesaria. Entre las características que los educadores prestamos atención en este cambio, están las siguientes: la afectación a la vista por la luz que irradian las pantallas; la distracción que implica la navegación en diferentes direcciones; el plagio de libros y textos completos o fragmentos, entre otras situaciones.

No existen muchas certezas y estudios de los efectos de estos cambios, no sabemos aún qué efectos tendrá a largo plazo, que las personas estemos deslizando nuestra vista en las pantallas, en lugar del papel, pero no podemos soslayar que hay cambios en los modos de hacer, en la cultura de la lectura, en las formas de socializarla y disfrutarla. Comentemos algunos de esos cambios, y consideremos esta nueva práctica cultural para trabajar en la adaptación dentro de las aulas y la educación diferente que vivimos en la actualidad.  Lo cierto, es que podemos advertir que, debido a sus posibilidades de interconexión, la lectura digital ha traído consigo más que un mero cambio de soporte físico.

La lectura y la escritura, vista desde el enfoque sociocultural que permean nuestros actuales programas de estudio, no es un ejercicio motriz o motoro, y tampoco sólo un acto cognitivo o del intelecto. Involucra sí, un hecho psíquico o intelectual, pero circunscrito y rodeado por un proceso social y cultural, influenciado fuertemente por la interacción con el contexto, tanto para su producción como su interpretación.

Dicho esto, es interesante preguntarnos cómo deben aprender y qué aprenden sobre lecto-escritura los estudiantes de hoy, quienes, debido a las circunstancias del uso de la tecnología, y en particular del Internet intensificado por el confinamiento sanitario, presencian diariamente lecturas y escrituras basadas para el ejercicio comunicativo mediante la Web y los celulares inteligentes. Sin duda, la comunicación y escritura que se hace a través de estos dispositivos, tiene una retórica particular, sus reglas, sus formas narrativas y sus núcleos de lectores.

Como profesores, nos sentimos entre la nostalgia de las lecturas clásicas y los nuevos formatos, y no en pocas ocasiones, nos mostramos preocupados por si las prácticas actuales permiten realmente a los estudiantes aprender. Lo cierto, es que más allá de nuestras preocupaciones y gustos, el uso de WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter, TikTok y otros, ocupan la vida de las personas porque el lenguaje finalmente es una herramienta de interacción social, no solo un objeto de estudio.

Nos encontramos en la era de la información, y las personas recurren a este tipo de lectura y escritura, porque les brinda un sentido de pertenencia a la comunidad, al estar informados, contestar o reaccionar ante las publicaciones, participar en grupos que les brindan respuestas inmediatas a su vida cotidiana (¿quién no buscó un tanque de oxígeno o la recomendación de un neumólogo?). No podemos soslayar entonces que, si tenemos en cuenta esta visión sociocultural del aprendizaje, esta lectura y escritura digital importa porque pone al sujeto no sólo como consumidor de contenidos, sino en el centro de la producción de mensajes con sentido social y comunicativo.

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Sin duda, estos cambios sociales y de soportes de la comunicación escrita y la lectura, entonces nos dibujan un nuevo perfil de lector y escritor, que incluye la bifurcación o el meta-texto gracias a la navegación entre links, y que incluye muchos otros y múltiples códigos de lectura, tales como emoticones, hashtags, marcas, avatars, entre otros. Los lenguajes, ya son solo alfabéticos, sino una interesante mezcla de signos auditivos, visuales, fijos y en movimiento. El lector interactúa directamente con el autor de los mensajes, se convierte en editor y en crítico, incluso, los mayores vendedores de libros, han tenido que abrir un blog personal en el cual interactúan con sus lectores, recibiendo ideas sobre los personajes, comentando aspectos de la personalidad o contexto de los protagonistas que no se dicen en los libros, avisando de nuevas ediciones, entre otros.

En esta reflexión de las nuevas formas de producir textos, y de leer en pantallas hipertextualizadas, ¿qué podemos hacer los profesores desde una visión sociocultural del lenguaje? He aquí algunas ideas:

  1. Reconocer que la cultura siempre da una resignificación al acto de leer y escribir, y no dejar fuera a los estudiantes de los usos y costumbres de su propio contexto, sino hacerlos partícipes y críticos de la misma. Hoy los chicos viven una cultura con información por todas partes, y es relevante, que aprendan a moverse en ella.
  2. Prestar atención a todas las áreas del conocimiento que nos dan un punto de vista sobre el acto de leer y escribir: pedagogos, neurólogos, lingüistas, antropólogos, psicólogos, todos darán diversos puntos de vista y a veces hasta encontrados, pero debemos revisar que nos aportan para estructurar mejor la enseñanza-aprendizaje del lenguaje.
  3. Favorecer los múltiples encuentros con los actos de lectura y escritura, no desdeñar nunca los libros en papel, con ilustraciones y formatos tradicionales, pero aprender a entender lo digital, y los códigos de nuestros estudiantes (¿han visto la importancia para ellos de las selfies?)
  4. No olvidar la función académica de leer y escribir. Entre sus múltiples funciones, leer y escribir sirve para obtener éxito para seguir aprendiendo, obtener el siguiente grado, acceder a estudios superiores, y por tanto, para mejorar la calidad de vida de las personas.
  5. Con reservas, seguir pensando e investigando, sobre la importancia del proceso motor en el acto de leer y escribir. No hay realmente una investigación concluyente de que si dejar de arrastrar el lápiz sobre el papel, vaya en detrimento de funciones cognitivas importantes. Desde un punto de vista cultural, es más bien el contexto el que determina si la creatividad, la acción cerebral y la interacción social al escribir, no estén provocadas única y exclusivamente por el tipo de soporte. Es decir, no es si se trata de papel y lápiz, o de teclado y pantalla, sino el arreglo didáctico y ambiente de aprendizaje, lo que provoca un proceso más significativo del acto de lecto-escritura. En este última idea, podemos advertir, sin duda, el papel maravilloso que siguen jugando los enseñantes, sean maestros u otros adultos.

¿Y tú como maestro, cómo has asimilado este cambio a la lecto-escritura digital?

Author: Innovación y Asesoría Educativa AC

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