LOS RETOS DE LA DOCENCIA: TODOS SOMOS MULTIGRADO

ENTREVISTA A LA MTRA. BERENICE ORTIZ ELIZALDE (por Ma.del Carmen Lucero Aguilar, IAE, A.C.)

Berenice Ortiz Elizalde estudió la Licenciatura en Educación Secundaria con especialidad en Formación Cívica y Ética en la Normal Superior “Luis Donaldo Colosio Murrieta” y la Licenciatura en Educación Primaria por la Universidad Pedagógica Nacional, ambas en Tulancingo, Hidalgo. Es Profesora y Directora en la Escuela Primaria Multigrado Unitaria  “Juan Escutia”, del Municipio de Acatlán, Hidalgo, desde hace 15 años.  Desde 2008 es integrante del Movimiento Mexicano para la Escuela Moderna, asociación de profesores de escuelas públicas que impulsan la autonomía, expresión, comunicación e investigación de los niños a través de la Pedagogía Freinet, misma que ha implementado en el aula multigrado en la que desempeña sus labores docentes y cuya experiencia ha documentado en diversos artículos. También es Miembro de la Red de Investigación de Educación Rural – RIER – México desde 2016.

En México y otros países, históricamente la escuela multigrado ha representado la opción educativa para la mayoría de los niños del medio rural que se encuentran en condiciones de mayor marginación y pobreza.

Según su organización  las escuelas multigrado son: unitarias, bidocentes y  tridocentes. En nuestro país 74,503 escuelas de educación básica son multigrado,  de ellas 23,835 corresponden a preescolares unitarios; 41,416 primarias unitarias a tridocentes y  4,186 son telesecundarias unitarias a tridocentes (Panorama Educativo de México INEE 2019); tomando en cuenta las cifras es fácil ver que no somos menos, aunque a veces nos traten como invisibles. Allá en  la lejanía de nuestra comunidad parecería que no existimos,  pues aún en la actualidad la  escuela multigrado queda desdibujada en los programas educativos a nivel nacional,  a veces parece también que estamos solos; sin embargo no es así,  lo podemos apreciar en los números; somos muchos y no sólo eso, somos profesionales que estamos haciendo cosas muy importantes en el aula, quizás en muchos de los casos somos la única figura educativa que hay en la localidad y  de nuestra intervención depende lo qué va a pasar en esa zona de influencia.

La escuela multigrado surge en la década de los años 20, debido a la necesidad gubernamental de universalizar la educación en México, en esa época el 80% de las escuelas eran unitarias y rurales, pero desde su concepción surgieron sólo como un programa  emergente, cuyo objetivo era llevar  educación a las comunidades rurales, bajo la idea de  crear igualdad; que todos los niños tuvieran acceso a la educación, la visión que se pretendía era alcanzar  el ideal modelo graduado, un maestro(a)  para cada grado, sin embargo, el tiempo ha pasado, ha transcurrido un siglo desde entonces y vemos que  la escuela multigrado no desaparece,  al contrario ha aumentado su número  y como hace cien años, sigue siendo la opción educativa para estudiantes de poblaciones rurales e incluso urbano marginadas.

multigrado6Durante un siglo la escuela multigrado ha transitado entre políticas educativas emergentes, dependientes del gobierno en turno, pues al concluir el sexenio se terminaba el presupuesto, no había seguimiento a los programas o proyectos referentes a multigrado y nuevamente venía el abandono gubernamental. Esto quizá tiene su origen en una prevaleciente concepción de multigrado  como “un proyecto irregular que tarde o temprano desaparecerá” tal como se plasmó en el Plan de Desarrollo Educativo Nacional de 1994 al 2000. Por lo tanto ¿por qué habría que invertir en una modalidad educativa que estaba condenada a extinguirse? Este planteamiento tuvo serias repercusiones en la poca o nula  atención que se dio a estas escuelas, en su inexistencia  en la política educativa, en el abandono a la  infraestructura de estos planteles  y en la falta de una legislación que fortaleciera a estos centros educativos.

Es hasta el gobierno actual,  que aparece  por primera vez el término escuela multigrado en  la Ley General de Educación Artículo 43 y se reconoce con formalidad su existencia “El estado impartirá la educación multigrado, la cual se ofrecerá dentro de un mismo grupo, a estudiantes de diferentes grados académicos, niveles de desarrollo y de conocimientos, en centros educativos en zonas de alta y muy alta marginación”. Los maestro multigrado que llevamos años tratando de que la escuela, nuestra escuela sea visible, levantamos las manos en señal de triunfo y dimos gritos de alegría porque al fin, por lo menos desde la legislación, desde lo institucional, tomamos una forma concreta,  existimos, dejamos de ser maestros y escuelas invisibles.

La deuda de las autoridades con multigrado era reconocer su existencia en la legislación y a partir de ello generar políticas educativas que atendieran de manera efectiva a esta modalidad, eso ahora es una realidad. Pero  ¿cómo se  van a traducir en acciones? Actualmente se está creando  un nuevo currículo, lo ideal es que se considere la situación multigrado. Una propuesta que hace la Doctora Elsie Rockwell  al respecto es  que el nuevo currículo sea flexible y en espiral, un currículo diseñado bajo la premisa de que  todas las escuelas son  escuelas multigrado, pues aunque  existen centros escolares  graduados, cada uno de los grados y grupos son heterogéneos,  los niños no tienen  el mismo nivel académico, ni las mismas características, ni  igual desarrollo cognitivo o moral. Si lo miramos desde esa lógica todas las escuelas son multigrado, por lo tanto, no resulta disparatado pensar en un currículo  diseñado  de esa manera,  eso nos facilitaría muchas cosas, entre ellas sacar el máximo provecho pedagógico a la situación multigrado de nuestros grupos.

Pero hasta ahora, la realidad en muchos de los casos, es que cuando  llegamos como docentes por primera vez a una escuela multigrado nos enfrentamos a un sinfín de dilemas    ¿esto cómo se hace?, mi experiencia me llevó a afirmar “a mí en la Normal no me enseñaron cómo trabajar como maestra unitaria”, a mí me dijeron que iba a tener alumnos de  un solo  grado, que todos los niños iban a estar en niveles académicos homogéneos, que todos iban a responder a las actividades que yo les planteara y que iba a ser muy  sencillo, pero de  pronto estaba frente a un grupo multigrado y me dije: Hay muchos niños ¡y de los seis grados!  ¿Cómo le voy a hacer? ¿Cómo trabajaré con todos a la vez?

Recuerdo cuando llegué por primera vez a la escuela multigrado unitaria; la supervisora escolar me presentó con el grupo: ¡niños esta es su nueva maestra! ¡y se fue! Frente a mí estaban  las 6 filas de estudiantes correspondientes a los seis grados, mi mente daba vueltas insistentemente una interrogante -¿a quién le pregunto cómo se trabaja aquí, cómo se organizan las clases aquí? Pensé que los que sabían eran los niños, ellos tenían más experiencia que yo es esa escuela y entonces a  ellos les pregunté: oigan ¿cómo trabajaba con ustedes el maestro que se fue? ¡Ellos respondieron “¡Huy maestra, bien fácil! (señalando cada una de las 6 filas) A los de primero les daba Español, a los de segundo Matemáticas, a los de tercero Historia, a los de cuarto Ciencias Naturales, a los de quinto Geografía y a los de 6º también con Matemáticas”. Yo, inexperta  en multigrado, concluí en ese momento  que si los niños decían  que así era, así debía de ser, pues en aquel tiempo no había más opciones para explorar y hallar respuestas, ya que  si le preguntaba a algún  compañero “oye,  ¿tú cómo le haces? ¿Cómo organizas el trabajo en multigrado?” invariablemente respondía “pues como todos, así como se hace” Yo me quedaba igual de confundida y desorientada, y pensaba que la respuesta era esa porque en realidad no me quería compartir cómo trabajaban en su grupo o aún peor porque ellos tampoco sabían cómo trabajar con el grupo multigrado unitario.

Por lo tanto, la única fuente de información disponible al respecto eran los niños y su experiencia con sus maestros anteriores en la escuela multigrado. Si los niños decían que así era, pues así debía ser.  Entonces me dispuse a realizar la planeación didáctica, con más de  40 libros en la mesa (plan de estudios, programa de cada grado, libros de texto y libros de apoyo al docente) , diseñé una clase para cada grado, con temáticas distintas, con asignaturas distintas, fue un trabajo titánico planificar las actividades y ¡eran sólo para una jornada! Al  otro día, amparada en la confianza que la planificación didáctica aporta al docente,  llegué a la escuela y pensé qué ahora si sabría cómo trabajar con los estudiantes de todos los grados a la vez ¡Fantasía vana! más tardaba en explicar a un grado su trabajo cuando los niños de los otros grados demandaban mi atención. Cuando apenas estaba  en actividades con los de  3º grado  los de 1º habían concluido su trabajo  y yo no terminaba de explicar a los otros grados qué iban a hacer.multigrado5

Hubo noches en que no podía dormir, me cuestionaba mi práctica, porque a duras penas había niños que concluían el trabajo de una asignatura en todo el día, yo decía:  esto no debe ser así, no tiene lógica, así no se es maestro en multigrado.   Me di cuenta que el problema no era la escuela multigrado, ni sus características, ni los niños de todos los grados en una misma aula, ¡no! ¡el problema era yo! Y lo era porque no tenía los elementos profesionales para enfrentarme a  la situación multigrado.

Quizá cuando ustedes llegaron a su aula por vez primera  vivieron lo mismo, la complicación de no saber qué hacer, porque no teníamos una formación inicial para atender a grupos multigrado,  y sumado a eso, la falta de capacitaciones pertinentes, de materiales de apoyo para los alumnos y maestros, de un currículo que considerara las características de la escuela multigrado. Y todo eso es fundamental, si se desea una educación de calidad, equitativa e incluyente, es primordial que se generen proyectos de atención a multigrado. Estas escuelas son importantes, son esenciales, pues en la mayoría de las comunidades en que se ubican representan la única posibilidad de que los niños tengan acceso a la educación, además la escuela multigrado es imprescindible en las comunidades en las que oferta sus servicios, ya que es un agente de transformación comunitaria, son motor de cambio social.

Ciertamente el aula multigrado está llena de retos ¿cómo atender a niños de diferentes edades, con diferentes intereses, con diferente nivel cognitivo, con necesidades distintas? ¿cómo desarrollar nuestra práctica docente para que favorezca el aprendizaje de nuestros alumnos?; ¿cómo diseñar una planificación didáctica para alumnos de diferentes grados? ¿cómo lograr que esa planificación me permita atender la diversidad del grupo y los diferentes niveles de desarrollo de los estudiantes?; ¿cómo desempeñar al mismo tiempo la función docente y directiva? Pues el trabajo en la escuela unitaria implica no sólo planificar, implementar y evaluar al grupo, también es preciso realizar las funciones de gestión y administración de la escuela correspondientes a las funciones directivas.

Sin embargo, si vemos con detenimiento lo que sucede en un aula multigrado, hay muchas más oportunidades que retos, hay más posibilidades que obstáculos,  en multigrado el grupo es heterogéneo, con niños de diferentes edades, distintas percepciones e historias familiares,  y eso posibilita tener dentro del aula la riqueza de la diversidad, los niños ven las cosas desde diferentes puntos de vista, según sus referentes y experiencias. Cuando utilizamos eso a favor de la clase se pueden hacer cosas impresionantes, porque se permite el intercambio, la comunicación, los aprendizajes de diferentes edades. Ahora, he aprendido del  trabajo en la escuela multigrado (la Propuesta Educativa Multigrado 2005, fue un acertado referente pedagógico) diseño secuencias didácticas o proyectos a partir de   temas comunes, pude  constatar que cuando hay una planificación bien pensada, bien estructurada y contextualizada a la modalidad multigrado, y se tiene bien  definido qué va a hacer cada uno de los grados, cómo lo hará, para qué, cómo se  organizarán,  los niños de manera natural fluyen hacia el estudio de los temas y avanzan según sus características,  por ejemplo en matemáticas, en 3º puede haber un niño que no consolida el algoritmo convencional de la suma, pero como lo estamos trabajando en 1º y 2º con material concreto, el niño de grado superior puede regresar a ese proceso  y a través de la manipulación  de materiales  logra comprender el significado y uso de la adición, logra utilizar el  algoritmo convencional, pero además los niños más pequeños apoyan a su compañero,  le dicen “mira, se hace de ésta manera, sólo tienes que hacer esto, si juntamos estos con estos es tanto”  o bien los niños  pequeños que están más adelantados pueden estar aprendiendo lo correspondiente al  nivel superior. Si lo vemos de esa manera, incluso la actividad en  multigrado es un medio idóneo para niños con necesidades educativas especiales, pues  la planificación didáctica considera diferentes niveles de dominio, desde actividades básicas hasta situaciones didácticas de mayor complejidad, esto te permite como docente tener actividades variadas para todos los estudiantes y a ellos les posibilita ir hacia atrás o  hacia adelante en el estudio del tema. Para mí esa es una de las grandes ventajas del multigrado, porque todos los niños tienen la posibilidad de ir avanzando a su ritmo, cuando se sienten seguros y han consolidado un proceso pueden pasar al siguiente.

Otra gran ventaja del trabajo en multigrado es que los docentes  tenemos una visión completa del currículo y esto nos permite  diseñar actividades pertinentes para cada grado o nivel, tener una visión global, ver más allá de lo que un maestro con un solo grado mira, porque lo ve desde su grado, sólo lo que necesita y nosotros, los docentes de multigrado,   tenemos que mirar el currículo  completo porque tenemos alumnos de todos los grados, eso nos demanda conocer  todo el proceso y  nos permite atender a los niños de todos los niveles porque sabemos qué debe lograr cada uno de ellos.

Otro punto a nuestro favor es que tenemos a nuestro alcance el medio natural y social de la comunidad, muchas escuelas urbanas no lo tienen, no pueden hacer un recorrido por la comunidad porque es peligroso, no pueden salir, hay muchos autos, no los autorizan, nosotros en cambio tenemos a un lado los cultivos, el río, las casas  vecinas y podemos ir a cualquier lugar con un fin didáctico porque lo tenemos ahí al alcance, esa es de nuestras grandes riquezas.

En un documento leí que la escuela rural es aquella en donde el maestro menos debe contextualizar, no se debe contextualizar, porque en muchas de esas escuelas hay sentido de desesperanza, los padres ven un panorama gris, dicen: “ no se puede, así hemos estado siempre, no hay mejora, esto es lo que nos tocó vivir”, y no hay expectativas positivas acerca de lo que  los niños pueden lograr, el futuro es gris,  y si además a esa escuela, a esa comunidad , llega un maestro que dice no se puede hacer nada aquí,  no sé por qué me mandaron a esta escuela, yo mejor me voy. Como consecuencia de esa tristeza y desesperanza nada positivo podrá surgir de esta combinación.

Es necesario pensar qué futuro hay para esos niños, para esas comunidades, qué deseo yo  como maestro, ¿estoy buscando sólo  mi interés personal y mi comodidad o realmente pienso en la misión de mi profesión?, ¿tengo vocación para hacerlo o mejor pido mi cambio a otra escuela? No podemos dejarnos absorber por ese ambiente de pesadumbre, por la falsa idea   de que  no se puede,  de que no es  posible. Lo que pensamos es detonador de lo que haremos, si nuestra profesión la vivimos desde la desesperanza  eso es lo que  transmitimos a la gente.

En este punto valdría la pena preguntarnos ¿Qué tipo de maestro multigrado soy? ¿Uno de plastilina o uno humano? Hace poco leí un artículo que publicó el Dr. Gil Antón, en él planteaba que a veces  somos vistos como  maestros de plastilina, porque con cada reforma nos moldean y nos ponemos el nuevo traje que nos indican, nos lo colocamos pero no estamos convencidos de eso, vamos sobreviviendo, porque es un requisito institucional. Cambia el discurso y entonces nos moldeamos de otra forma, pero ¿somos así o decidimos ser  un maestro humano, un docente que no sólo planifica sus clases desde el cerebro, sino también desde el corazón?, ¿somos docentes sensibles y deseamos mejorar por nuestros alumnos o estamos pensando en sobrevivir de aquí a que llegue la jubilación?

La labor del maestro no es sencilla, sabemos que tenemos graves problemas de descomposición social, los maestros no podemos limitarnos en pensar al niño sólo desde lo académico, ¡es imposible!, le preguntas a un niño qué quiere ser de adulto y responde: “como mi padrastro a vender drogas o  ser huachicolero”, dependiendo de los contextos en que los niños viven, de los referentes que tienen respecto a lo que da prestigio en la comunidad, a partir de eso definen  lo que quieren ser. Nuestra labor también tiene que ver con la formación moral y en valores; implica mostrar a los niños y a la gente de la localidad que hay otras posibilidades, que existen maneras honestas de construir nuestra vida sin ponernos en peligro y sin dañar a otros. Es necesario generar  procesos de análisis y reflexión con los niños, dentro de las  clases, pero también trabajar con los padres, con la gente de la comunidad.

Cotidianamente los maestros nos enfrentamos  a los resultados generados por  los actuales estilos de crianza en las familias,  nos encontramos en el grupo con niños que no conocen los límites, no identifican una figura de autoridad, así llega uno que otro de los chicos del grupo al salón de clases y van, vienen, corren, suben, bajan, pasan encima de los compañeros, y uno piensa ¿cómo lo contengo?, algunos incluso no saben ni decir ¡buenos días!, ¡con permiso!, ¡por favor! Lo cierto es que no hay niños malos, sino niños que no han sido educados en su hogar, por lo tanto no han aprendido del respeto, la solidaridad, incluso el afecto. Una vez hice reunión donde estaban mamás, papás y niños, se acababan de integrar al grupo dos estudiantes  que tenían fama de violentos, (habían pasado ya por todas las escuelas de los alrededores, nadie los quería, llegaron a la escuela como la última por recorrer), empezamos la reunión y ellos , sin parar se desplazaban por todos lados, hacían travesuras a sus compañeros, tiraban los materiales, se subían a las sillas).

Al concluir la reunión  les dije a los padres  que el objetivo de que todos estuviéramos en esa junta era ver cómo se comportaban los niños estando las madres y padres presentes. Al principio la mamá de esos dos alumnos se  hacía la despistada; yo continúe diciendo  que aunque los niños sean  pequeños les asignen responsabilidades, establezcan normas de convivencia  en casa,  pues  ellos son el referente principal que los niños tienen para saber cómo convivir y cómo comportarse de manera respetuosa. Si en casa  no hay una figura de autoridad, si no hay adultos que sean ejemplo de cómo regular emociones y cómo socializar, los niños no pueden evolucionar en su autorregulación, en su integración a grupos, en la socialización, porque siempre quieren hacer lo que desean sin considerar si dañan a otros o no, y no son tolerantes a que les digan no, porque siempre tiene que ser sí. Entonces pregunté a los niños ¿quién es  autoridad en la escuela? ¡La maestra! Respondieron a coro; y  ¿quién es la autoridad en su casa? ¡Los niños! Respondieron sin dudar; las mamás se quedaron sorprendidas; se dieron cuenta de ese vacío de  figura de autoridad en casa, dijeron, ¡es cierto maestra, no nos habíamos dado cuenta de lo que estaba sucediendo! La madre de mis nuevos alumnos entendió muchas cosas, y el dialogo respetuoso y contante con ella, ha permitido que hagamos un buen equipo el establecimiento y cumplimiento de normas en casa, así  el hecho de que conocieran formas solidarias de convivencia ha permitido que  modificaran  su conducta y hoy se relacionen con empatía y respeto, y que puedan sentirse aceptados y apoyados por el grupo.

Ahora los maestros también debemos mostrar a los padres que existen distintos estilos de crianza y que cada uno tiene implicaciones especificas en la educación y desarrollo saludable de sus hijos,  es imperioso hablar con los padres de esto porque si los niños no aprenden a autorregularse desde la casa difícilmente vamos a tener en la escuela el tiempo para trabajar lo académico, porque estaremos  dedicados a vigilar que no se lastimen entre ellos. Por lo tanto, además del trabajo académico con los niños al maestro hoy le toca reeducar a los padres y darles pautas de por dónde deben caminar de manera más asertiva al conducir a sus hijos.

Hoy enfrentamos  también el reto de incorporar las nuevas tecnologías a la educación , antes lo veíamos como algo lejano, porque pensábamos que en la comunidad no se  utilizaba el celular, no había computadoras, sin embargo,  ahora incluso  los niños tienen un teléfono celular;  los papás se los compran  aunque todavía no les hayan enseñado cómo usarlo adecuadamente. Los alumnos ahora están activos en las redes sociales, son expertos en los youtubers de moda, pueden mirar cualquier tipo de videos, están expuestos a infinidad de juegos, retos o competencias que ponen en riesgo su integridad física y psicológica, pues desafortunadamente los contenidos a los que tienen acceso no son adecuados para su edad.  El problema es que muchos de los padres también hacen uso indiscriminado de la tecnología y tienen adicción por las redes sociales. Un día uno de mis alumnos de 1º me dijo: “Maestra, quiero acusar a mi mamá porque no me hace caso, le digo vamos a jugar y ella está todo el tiempo usando su celular, ni voltea a verme por más que le hablo, ella escribe y escribe. No juega conmigo, no me escucha”, este es otro reto que tenemos los docentes ¿cómo a través de los niños reeducar a los padres respecto al uso de la tecnología? En vital hacerles ver que la tecnología no es mala si se utiliza con conciencia,  que podemos utilizarla para desarrollarnos, para aprender. Ahora la información y el conocimiento están sólo a un click, usemos la tecnología para construir y aprender, no para destruir y enajenarnos.

El concepto de lo que es ser maestro ha ido evolucionando, hoy no somos los mismos maestros que fuimos antes, la docencia es una profesión en constante evolución, la dinámica social y tecnológica nos enfrenta a nuevos retos, a cosas distintas, debemos tener la capacidad de adaptarnos al cambio, de  lograr que ese cambio nos haga mejorar y aprender más. Es necesario innovar en las formas de trabajar con el grupo, , cambiar las formas de organizarse, ya no es mejor, desde mi concepción que cada grado sea una fila, sino hacer equipos integrados de todos los grados; cambia mi forma de enseñar y de aprender, no puedo seguir con una cátedra en la que yo le diga los estudiantes hoy aprenderemos que 2 + 2 es igual a 4, eso no es productivo, no tiene impacto para el niño, no tiene significado; tengo que repensar cómo va a ser mi práctica de enseñanza, pero también tengo que pensar que yo puedo seguir aprendiendo, siempre estar con mente abierta al aprendizaje.

Los retos planteados con anterioridad nos lleva a modificar nuestras formas de pensar, ¿qué hacer?: ¿Dejarse absorber o transformar?, pensar en transformar habla de la vocación de ser maestro y del profesionalismo que tenemos, porque implica una reflexión profesional y esta puede ser individual, desde el qué pienso de mi propia práctica,  puedo grabar una de mis clases y después mirarme, ¿soy tan bueno como yo pensaba? O bien al mirarme en  el video y me doy cuenta que  tengo muchas cosas por mejorar, pero también muchas fortalezas, eso permite mirarme desde fuera y tomar decisiones para mejorar y  transformar mi práctica docente. Otra opción es permitir que otros me miren trabajar, a otro compañero  de escuela unitaria puedo decirle “¿qué tal si un día me vas a observar?” cuando termine la clase me dices ¿qué te pareció?, ¿qué piensas?, ¿qué sugieres?, luego  cambiamos de rol  y yo voy a tu escuela a observar tu trabajo.  Esos serían procesos que nos ayudarían a construir y mejorar nuestra práctica desde la reflexión personal, desde el trabajo entre pares docentes que quieren ser mejores maestros.

Si tengo cariño e interés por mis alumnos voy a poder transformar, impactar positivamente en su educación, partiendo de que ellos son más que números en la lista de asistencia, por lo tanto, me comprometo con ellos, entonces hago cosas mucho más interesantes y funcionales en mi práctica cotidiana. Para transformar es necesario seguir  investigando, estudiando, es necesario dedicar tiempo para prepararnos.

Es posible que la formación y actualización continua se dé a través de la creación de redes entre escuelas cercanas, que los docentes se reúnan por iniciativa propia para crear, planear, diseñar actividades, compartir proyectos, esto ayudaría a  mejorar nuestro trabajo  con los niños, pero el  punto básico para que dé resultado es querer aprender.

Actualmente el  currículo es rígido y  graduado,  en principio  podría parecer que los docentes de multigrado   tenemos que ajustarnos a lo que hay,  sin embargo, no tendría por qué ser así, nosotros con el conocimiento pleno del currículo podemos  generar temas transversales que pasen por los diferentes campos formativos, que nos ayuden a atender alguna situación comunitaria, alguna situación de interés de los niños, esto implica para el maestro una reestructuración de la lógica curricular y la reorganización de los contenidos a partir de las realidades pensadas de forma compleja. Se necesita una articulación de saberes desde distintas disciplinas y saber que lo podemos atender, no tendríamos que sólo trabajar con  lenguaje y comunicación y dejar fuera al pensamiento matemático, o atender sólo el medio natural y social sin pensar en el lenguaje, o en las matemáticas; podemos proyectar  hacerlo de manera globalizadora. Flexibilidad curricular implica  que haya dependencia entre el saber y el hacer, que no sólo nos quedemos en el plano cognitivo, sino ir más allá, como formar en  valores y trabajar el aspecto procedimental. Esto requiere articular el desarrollo del conocimiento con la acción.

 

Pero ¿Qué implica para el maestro la flexibilidad curricular?

Conocimiento profundo y dominio  del plan y los programas de estudio.

Una vez que lo domino reorganizo el currículo de acuerdo a las necesidades de mi grupo. Tomo aprendizajes esperados de una u otra asignatura, de diferentes grados para crear, por ejemplo,  un proyecto integrador.

Hacer   gestión pedagógica.  Una vez que identifico lo que los estudiantes deben aprender, determino qué voy a hacer para lograrlo, cómo voy a intervenir, cómo voy a organizar a los niños, qué actividades les voy a plantear, cuáles son las apropiadas a cada uno de los niveles.

 Hacer gestión comunitaria. Revisar  si lo que estoy haciendo desde la escuela retoma los saberes culturales, los elementos naturales de la comunidad, si contribuye a mejorar o enriquecer la localidad.

  Gestión del tiempo ¿cuánto tiempo voy a dedicar a este proyecto?, ¿cómo lo voy a estructurar?, ¿cómo va a estar dividida esta secuencia de actividades?

6º  Gestión del grupo: ¿los niños van a trabajar en plenaria?, ¿en tutoría?, ¿en equipos?, ¿integrados por quiénes?

Todo lo anterior se concreta en   la planeación didáctica, una planeación que  no es sólo para el maestro, también es para los alumnos, porque es en ella  donde se proponen estrategias, nuevos escenarios de aprendizaje, actividades que les resulten significativas, y que favorezcan el logro de sus aprendizajes, y para el docente porque  le da la seguridad, sabe dónde está, qué puntos va a transitar y hacia dónde tiene que llegar, no es un requisito institucional, sino una herramienta clave para desarrollar su trabajo pedagógico, pues le permite hacerlo de la mejor manera posible, le ayuda a  prever situaciones y considerar otras posibles rutas de acción.

A continuación les muestro un proyecto   para  educación preescolar

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El proyecto está pensado desde los problemas de mi comunidad, y para lograr que los niños alcancen los aprendizajes esperados enunciados en  la tabla podemos  diseñar diferentes actividades, por ejemplo:  hacer un recorrido de la escuela al río, que los estudiantes dibujen el recorrido considerando los  puntos de referencia que encontramos en el camino, promover que en el río que observe, recorra, huela, registre con dibujos o  grafías, que tome en cuenta los elementos que tiene a la vista. En la comunidad en la que trabajo tenemos un grave problema de contaminación del río, es una zona quesera, las fábricas de queso desechan el lactosuero en el río, es un problema de contaminación terrible, porque la alta concentración de proteínas que tiene el suero láctico acaba con el oxígeno que hay en el agua, las especies naturales que viven dentro de él están condenadas a morir, también genera problemas de salud graves como infecciones intestinales y afecciones en la piel. Esta es una situación urgente de resolver en nuestra comunidad y puede ser tratada desde la escuela, al promover que los niños reflexionen respecto al impacto que esta problemática tiene en nuestra vida cotidiana y en el equilibrio ecológico, dado que por generaciones ha pasado inadvertida y ante ello la gente solo dice “siempre ha sido así, así que siga” Desde la escuela pueden surgir propuestas para transformar. En lenguaje y comunicación lo podemos documentarnos, investigar, consultar diferentes libros y posteriormente seleccionar información relevante y los niños preparen  carteles para informarle a la comunidad de la situación del río y hacer propuestas de cómo erradicar ese problema con la colaboración de los padres y de la población.

Hace años cuando no sabía cómo trabajar en el aula multigrado, buscando en la biblioteca del maestro me encontré con el libro “La pedagogía Feinet, una pedagogía de sentido común”, en él descubrí que Freinet fue un maestro francés que trabajó en una escuela unitaria, igual que la mía, él desarrolló varias técnicas de trabajo interesantes. Entre los principio de su pedagogía se encuentra  la formación humana, Freinet dice que ningún niño  puede aprender si no siente primero afecto, si no tiene una autoestima saludable, si no se siente querido, aceptado. Para aprender los niños  deben sentirse motivados, aceptados, queridos.

Freinet se preocupó por la formación humana, no sólo por la formación académica por lo tanto consideraba  que la escuela tendría que trabajar en las personas que la forman: los estudiantes, los maestros, las familias, para que su pensamiento sea creativo, propositivo, sin someterse a lo que los demás dicen; postula que es importante la educación por el trabajo. Sin un para qué el niño no encuentra significado a su trabajo, como cuando le pedimos que haga una plana, a lo mejor la hace, le da tedio, no entiende el para qué, aunque le digamos que con ella va a aprender, porque en la vida real no usa planas.

Las actividades deben estar centradas en los niños, darles palabras dentro de la escuela, dejar que expresen  sus intereses, lo que piensan, lo que desean, deben promover el trabajo colaborativo, la organización del grupo para que juntos  puedan consolidar proyectos, o hacer actividades en las que todos participen.

La escuela multigrado y la escuela en general, en cualquier nivel, debería ser un espacio de construcción y de crecimiento profesional para el docente y de descubrimiento y aprendizaje para los alumnos, un espacio en el que los retos no sean obstáculos sino oportunidades de desarrollo. “Podemos apostar tranquilamente: la escuela puede ser diferente. No sólo puede serlo, debe serlo. El aprendizaje dentro de la escuela debería ser tan sencillo y divertido como lo es fuera de ella”. Kenneth Goodman

Para mí una estupenda brújula fue Freinet ¿A ti qué te impulsa? ¿Qué tipo de educación deseas para tus alumnos?

 

Author: Innovación y Asesoría Educativa AC

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