ENTREVISTA A ORALIA BONILLA

REVISANDO LA ASESORÍA TÉCNICO PEDAGÓGICA: LA REALIDAD MEXICANA

Por Miranda Guerrero
  1. En varios de sus trabajos habla sobre la Asesoría Educativa. En sus palabras, ¿por qué ha decido centrar gran parte de su trabajo actual en este campo?

R:

En primer lugar, soy docente. Mis vivencias como maestra me han permitido reconocer que la práctica es muy compleja. No hay soluciones únicas y cuando yo tenía problemas, acudía a mis compañeros. Allí aprendí que el diálogo entre pares es muy importante. Por otro lado, al impulsar un programa de Innovación e Investigación desde la Secretaría, llegué a descubrir algunas cuestiones relacionadas con la necesidad de la Asesoría Técnico Pedagógica.  Me parece que es una modalidad de formación que posibilita la mejora de la práctica docente y por tanto, podría impactar en el aprendizaje.

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Descubrimos, por ejemplo, al hacer la investigación, que la mejora no es espontánea en las escuelas, especialmente la mejora de la enseñanza, porque no siempre es la prioridad, y que la sola llegada de materiales y proyectos de apoyo no son suficientes si no se ha instalado la importancia de la enseñanza y del aprendizaje como el centro de las actividades. De tal manera que, la asesoría externa puede apoyar al colectivo docente para revisar sus prioridades, reflexionar sobre el lugar que ocupa la tarea fundamental de la escuela, es decir: el aprendizaje de los niños, con el fin de revisar que está pasando con la escuela, pero en especial con la enseñanza.

Otra situación que también es importante considerar para reconocer a la importancia de la asesoría es que existe poca colaboración dentro de la escuela. No hay continuidad en el aprendizaje, no hay acuerdos y los maestros, a veces echan a andar acciones contradictorias que dificultan el paso de los alumnos por la escuela. De tal manera, que el profesor se dedica a trabajar en el aula, sin ver el conjunto de la escuela. Una mirada externa ayudaría a darle cierta coherencia.

Otro aspecto que influye es que los programas y los proyectos impulsados por educativa la administración se hacen de “arriba hacia abajo”. Siempre de manera prescriptiva. Son acciones muy importantes, pero que no siempre tienen significado para la escuela y no logran sus objetivos de mejora. En este caso, mediante la asesoría, los profesores podrían identificar la necesidad de apoyos externos, de programas, proyectos y materiales.

Asimismo, observamos que la supervisión generalmente es realizada para verificar y constatar las acciones, pero con énfasis en el control administrativo, por lo que se carece de retroalimentación en los aspectos pedagógicos. Es aquí donde la asesoría podría complementar sus funciones, mediante un análisis de las prácticas, identificación y atención de necesidades de apoyo académico.

Finalmente, es necesaria la asesoría para promover la reflexión sistemática entre pares, entre colegas, intercambiar ideas, problemáticas, soluciones, etcétera, frente a las dificultades de enseñanza y aprendizaje. En ese sentido, la asesoría, ofrece posibilidades de impulsar, coordinar y organizar el diálogo entre colegas; de tal manera que ayude a la re-visión de la propia práctica y sus efectos en el aprendizaje de los estudiantes.

  1. ¿Considera a la asesoría educativa  como una manera de subsanar las problemáticas de docencia en las escuelas?

R: Bueno, la asesoría es un proceso y una función que ayuda subsanar solo algunos de los problemas educativos porque al tratarse de una asesoría de orden pedagógico, tiene sus límites. Por ejemplo, no podría ayudar a resolver problemas de piso como: falta de maestros, ausencia continua del director, débil supervisión, conflictos internos. Dichos problemas no son motivo de atención por parte de la asesoría. Tampoco puede atender problemas derivados de las condiciones institucionales. Por ejemplo, la excesiva carga administrativa, el control burocrático, la falta de tiempo para dialogar, los horarios de los profesores incompatibles para su encuentro, etc.

Otros elementos que limitan a la asesoría son el tiempo para reuniones con profesores y las relaciones jerárquicas y verticales. La asesoría requiere de tiempo, espacios y una relación más horizontal, por lo tanto, es deseable que existan condiciones básicas para que se lleve a cabo.

Finalmente, otra problemática que no puede superarse mediante la asesoría, es la función de la supervisión, pues son los supervisores quienes determinan qué pueden o no atender los asesores y cuándo. En los hechos, esto ha conformado un desenfoque de la asesoría, ya que frecuentemente se ocupa a los asesores en atender problemas administrativos, gestión de recursos y otros que no son de orden pedagógico.

  1. ¿De qué manera el asesor educativo puede encontrar un balance para no mostrarse frente al docente como una extensión más de la autoridad superior?

R: Esto es verdadero un desafío. Durante mucho tiempo, los asesores fueron nombrados, mejor dicho: comisionados, a partir de la recomendación de la supervisión o bien de la definición del sindicato, de la autoridad educativa. Lo que influyó en que el asesor técnico pedagógico respondiera más a las demandas de quiénes lo nombraron, que a las necesidades de la escuela.  Asimismo, se perciben como un “brazo” de la autoridad, lo que dificulta el diálogo horizontal, entre pares, entre iguales. Recientemente, con los cambios de la ley en 2013, los asesores técnicos están accediendo a la función por medio de un examen. Y están probando su experiencia desde dos años antes de que se les otorgue su nombramiento definitivo.

Un problema que estamos mirando aquí, es que la mayoría de los asesores, dicen estar preparados para realizar la función. Pero una cuestión muy distinta es presentar un examen con el cual demuestran conocer conceptos acerca de la asesoría, o bien cómo elaborar un plan de asesoría; y otro, muy diferente, es enfrentarse en realidad a lo que es la asesoría.

La asesoría implica diálogo, horizontalidad, escucha, conocimiento de la escuela, experiencia como docente, porque no se puede asesorar sobre algo que no conoces. Y, en ese sentido, la mayoría de los asesores técnicos, según nos informan, nos han comentado y hemos observado, llegan con una actitud impositiva (“con el nombramiento en la mano”). Entonces, en lo personal considero, que es necesario que los asesores cuenten con más años de experiencia que los ahora se les exige y que demuestren conocer profundamente la escuela, su cultura; que tengan experiencia en preguntar, observar y escuchar más que imponer, que valoren lo que hacen los docentes, que no los sustituyan y, desde luego, que cuenten con la formación y las herramientas necesarias para orientarlos. Eso se aprende haciéndolo y hay que trabajar día con día para perfeccionarlo de manera continua.

  1. ¿Cree que debería haber una completa división entre el asesor y cualquier tipo de relación de éste con el supervisor u otra instancia educativa superior para mejorar los resultados del asesoramiento educativo?

R: Creo que no debe ser tan tajante, y que con definir claramente una división de tareas se pueda impulsar la mejora de la asesoría. Cuando los asesores van solos a la escuela, se quejan de que los supervisores no los apoyan, que los docentes no les reconocen como autoridad administrativa ni técnica, ni pedagógica hasta que interviene el supervisor. Pero también el otro extremo es muy complejo: cuando sólo van a partir de que el supervisor debe ir.

Para esto conviene buscar el equilibrio. Hay un autor que habla sobre las prácticas escolares, su nombre es Antonio Bolívar y él dice que debemos considerar cuatro elementos cuando se trata impulsar la mejora. Uno tiene que ver con el reconocimiento de la necesidad y la voluntad de mejorar. Esto tiene que ver con los asesorados, qué puede hacer el asesor, etc. Otra tiene que ver con la formación. No se podrá mejorar si no se tienen los conocimientos y las competencias para llevarlas a cabo. Otra situación está relacionada con las condiciones institucionales. Pueden tener deseos de asesorar, puede haber un impulso por parte del supervisor y el asesor pero no hay tiempo por parte de la institución para llevarse a cabo, en ese sentido, también se necesitan de condiciones institucionales.

De allí que debe haber condiciones institucionales. Otra situación de la que habla Bolívar es la presión, “la presión” entre comillas. Nadie mejora espontáneamente. Hay muchos elementos que hacen que uno mejore: una reforma educativa, cuando se hace una evaluación, cuando se hace un cambio de director o una buena supervisión. Sin embargo, todo esto tiene que ver con el papel del asesor. Si el asesor no sabe crear procesos de mejora, no se puede hacer nada. Es por esto que también es importante que el asesor sepa hacer equipo con el supervisor y su autoridad inmediata,  coordinarse con él, definiendo entre ellos, las responsabilidades y las tareas, los objetivos; si no se sabe a qué va el asesor y no se ha coordinado con la supervisión para compartir dicho propósito, difícilmente tendrá condiciones para hacer bien su trabajo.

Yo no propongo una división entre asesor y supervisión. Yo propongo un trabajo en equipo, coordinado, articulado, para impulsar procesos de mejora.

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  1. ¿Alguna vez ha sentido o experimentado que los docentes quieren ver al asesor como una figura que solucionará todos los problemas de su escuela? Si es así, ¿qué procede?

R: Sí, todavía la asesoría es muy joven. Los docentes frecuentemente esperan que el asesor les resuelva todo tipo de problemas. Por ejemplo, que les lleven los libros que les faltaron; que les avisen a las autoridades que les falta un docente o también le intentan comunicar problemas internos, o lo confunden con un vocero que puede mediar los conflictos con el sindicato. Aquí es muy importante que el asesor tenga la posibilidad y la capacidad de definir con ellos las reglas de la asesoría. Es decir, poder explicar el por qué está allí, cuáles son sus funciones, cuáles son los contenidos que van a trabajar, qué le toca a hacer y a qué va a la escuela, así como qué no. Igualmente habrá que escuchar las expectativas de los docentes, sus necesidades sentidas, los asuntos en los que dicen que requieren asesoría.

Pero aquí también tenemos un problema respecto de cómo la escuela percibe a los asesores y a la función. Pues siempre han visto la ayuda externa como alguien que les va a solucionar todo tipo de problemas o sólo les va a decir lo que tienen que hacer.

Mi sugerencia a los asesores es que cuando lleguen a la escuela, clarifiquen con mucho detalle cuál es el papel del asesor, qué puede y qué no. No generar falsas expectativas. En una experiencia, un asesor prometió cosas que no pudo cumplir. De tal manera que la asesoría perdió la poca credibilidad y la construcción que había alrededor de esta noción. Debido a esto, es necesario clarificar el papel del asesor, sus diferencias con el del supervisor, director, docente y establecer acuerdos sobre la responsabilidad  de cada uno durante la asesoría.

6. Si los docentes necesitan de asesores, ¿qué tipo de “ayuda” externa necesitaría el asesor?

R: Esta es una pregunta fundamental. Si los asesores no se revisan entre sí, no reflexionan en torno su práctica, van a terminar haciendo lo que siempre han hecho e incrementarán la falta de credibilidad en la asesoría. Si no dialogan y revisan sus prácticas de manera sistemática,  se tornarán prescriptivos, les preocupará más cumplir con su plan de asesoría que apoyar verdaderamente las necesidades de los docentes y por tanto perderían el foco de su razón de ser. Es necesario, por ejemplo, que los asesores se reúnan entre sí, evalúen, documenten, registren y que cumplan algunas características básicas de lo que es un plan de asesoría.

Un plan de asesoría tiene un diagnóstico, no se puede llegar a improvisar. Y si bien el diagnóstico no es algo que tenga que cumplirse en sí mismo, permite tener claridad de tus acciones, a la vez que ir ajustando durante el asesoramiento, hasta precisar los problemas y atenderlos con mayor eficiencia. Pero tampoco podemos pedir que se deje de hacer una documentación de lo que se va asesorando y una evaluación. Hay un propósito en la asesoría. Si ese propósito no se está cumpliendo, no importa cuántas asesorías se hagan, porque no tendrían sentido. Entonces, revisar la asesoría en sí misma, dialogar con los colegas, formarse, auto-formarse, revisar experiencias de asesoría, analizar diagnósticos de necesidades, son algunos de los elementos fundamentales para que el asesor sea autocrítico y pueda ejercer mejor.

7. En relación con la implementación de las Reformas Educativas, ¿cuáles campos cree usted que serían una problemática para el docente y cuáles para los directivos y por ende, una oportunidad para el asesoramiento?

R: En las últimas décadas, se han hecho muchas Reformas Educativas y eso es un problema serio. En un principio, porque las reformas requieren de tiempos y condiciones para su implementación, para que maestros y directores las conozcan, las pongan en práctica, las valoren y luego, a partir de esa evaluación, recuperen sus aprendizajes hasta que se institucionalicen; es decir, las pongan en práctica habitualmente. Pero esto no sucede así y las reformas educativas han tenido problemas en su implementación. Primero, por los tiempos, pero también porque traen cuestiones que no son tan fáciles de implementarse porque la formación docente o las propias condiciones de la escuela. Estos aspectos son indispensables de considerarse cuando vamos a asesorar.

Las reformas son planes “racionales” que no siempre empatan con las condiciones y puntos de partida que existen en las escuelas. Esta situación podría aprovecharse para la asesoría; los asesores deben visualizar cuales son aquellos contenidos técnicos que ayudan al desempeño profesional y que no “caducan” a pesar de, con o sin reformas educativas. Los llamaría: aspectos o contenidos imprescindibles y básicos de la profesión docente.

¿Qué es lo que un docente o un director debe conocer, saber hacer, con o sin reformas? Se trata de esos contenidos conceptuales, procedimentales o actitudinales sin los cuales difícilmente podría llevar a cabo sus funciones. En este sentido, dependiendo de la función, hay contenidos que no podemos dejar de trabajar con o sin reformas educativas.

Por ejemplo, el conocimiento de los alumnos. ¿Cómo aprenden los alumnos? ¿Cuáles son sus características, cuáles son sus necesidades e intereses? Eso debemos saberlo y dependiendo del nivel que estamos trabajando, es indispensable saber cómo piensan los niños de cuatro a cinco años; cómo piensan los adolescentes, cuáles son sus intereses… sin ello no podemos trabajar, es parte importante del desarrollo muy importante de la tarea del docente. Insisto, son conocimientos, habilidades, procedimientos y actitudes que siempre son vigentes aunque existan nuevas reformas.

Otro contenido básico imprescindible es el conocimiento de planes y programas de estudio, su orientación pedagógica, los contenidos de enseñanza, los enfoques didácticos, pues difícilmente podremos avanzar. También metodologías didácticas, herramientas de evaluación, y no sólo saber en qué consisten y saberlas clasificarlas de acuerdo con algún autor, sino saberlas aplicar y ponerlas en práctica con conocimiento de causa.

En cuanto a los directores, además de los anteriores, la normatividad, cómo impulsar procesos de mejora, qué significa mejorar la gestión, promover el trabajo colegiado, elementos para realizar la visita al aula, orientaciones para fortalecer la formación de los maestros, saber dirigir al colectivo para elaborar un diagnóstico y un plan del plantel, manejo de conflictos, la gestión de sí mismo, etcétera; es decir, contenidos que con o sin reformas son vigentes.

Por otro lado, también hay que reconocer que las reformas, representan una valiosa oportunidad para fortalecer la asesoría con fines de mejora, porque al ser una meta del sistema educativo en su conjunto, debería, al menos en teoría,  contar con condiciones extraordinarias de difusión y capacitación, así como múltiples oportunidades para lograr la participación e involucrar a directivos y docentes. Es ahí donde la asesoría se implica mediante su función de mediación entre las necesidades y demandas del sistema educativo y las necesidades y puntos de partida de los colectivos escolares.oralia

Author: Innovación y Asesoría Educativa AC

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